1/22/2013

"LA NEURODIDACTICA"

2ª SESION. Introducción a la Neurodidáctica DE NUEVO ESTOY CON VOSOTROS Y VOSOTRAS PARA RECORDAR UN POCO EL TEMA TRATADO EL PASADO MIÉRCOLES, " LA NEURODIDACTICA ". ESPERO QUE LOS TRABAJOS SEAN REALIZADOS Y OS CONCEDAN LOS BENEFICIOS ESPERADOS. UN ABRAZO JUANA LUISA SANCHEZ SANCHEZ RESUMEN DEL LIBRO: INTRODUCCIÓN A LA NEURODIDÁCTICA Autora: MARTA LIGIOIZ (Neuróloga, cirujana y pedagoga 1.¿Qué es Pensar? ¿Te lo has preguntado alguna vez? Pensar, según los diccionarios, es “una actividad y creación de la mente. Todos los productos que ella puede generar, incluyendo las actividades racionales o las abstracciones de la imaginación, ensoñaciones o esa voz interior que nos acompaña. Andamiaje mental sobre el que elaboramos nuestra experiencia o nuestra realidad”. Realmente es una maravillosa capacidad cerebral, una intensa actividad de millones de neuronas por la que interpretamos cuanto nos rodea, nos relacionamos, aprendemos, interactuamos. Pensamos en lo que nos gusta o no, en opiniones respecto a miles de temas. Nuestra cabeza elabora más de 60.000 pensamientos diarios, pensamientos que van y vienen acerca de cuanto nos ocurre y sobre lo que sentimos ante las situaciones. Tu cerebro tiene esa capacidad y te permite interactuar con tu entorno y tomar conciencia del mismo y también de ti. ¿Sabías que tu cerebro contiene alrededor de cien mil millones de neuronas? Las hay de diferentes tipos y funciones. No todas utilizan el mismo lenguaje. Las hay que hablan tu idioma natal, otras utilizan el lenguaje de signos, otras imágenes y símbolos, metáforas o notas musicales… Muchos lenguajes que necesitas contemplar para dialogar con ellas, de lo contrario no os entenderéis. Todas ellas te ofrecen un mundo de posibilidades para que, si aprendes a utilizarlas, a activarlas y entrenarlas adecuadamente, seas mucho más feliz, te sientas con mayor seguridad, confianza, vitalidad y capacidad de aprender cuanto la vida te ofrece a tu alrededor. Nuestro cerebro tiene la capacidad de pensar, y con ella, de provocar una cadena de acontecimientos que va mucho más allá de nuestra conciencia. Cada vez que piensas en algo, sea lo que sea, el cerebro produce inmediatamente, en milisegundos, muchas sustancias químicas y, según qué pensamiento tienes, serán sustancias diferentes… Es decir que hay una química específica para diferentes pensamientos. Se produce entonces como una cascada de acontecimientos, que se suceden rápidamente, uno activando a otro y así sucesivamente. La Musculatura ¿en qué se nota?: En que genera “Gestos y Posturas” corporales, ya sea relajando los músculos o tensándolos. La Respiración y a nivel Cardiovascular: Ampliando, disminuyendo o alterando la capacidad respiratoria y cardiovascular. El Sistema Hormonal: Las hormonas son sustancias químicas producidas por glándulas endocrinas, es decir, por un grupo de células que las fabrican y que cuando les llega información para ello, las envían al organismo hacia donde hagan falta. Son «mensajeras celulares», como cartas de correo, que dan la información necesaria para provocar cambios en multitud de funciones. El Sistema Inmunológico: Es decir, en nuestro sistema defensivo natural ante las agresiones externas. Según el tipo de pensamiento nuestras defensas podrán ser estimuladas, disminuidas o dañadas en su forma de acción. Pienso-provoco cambios, y estos cambios alimentan el mismo pensamiento. ¿Lo sabías? ¿Eras consciente de las miles de funciones que se ven afectadas cada vez que utilizas esa maravillosa capacidad de tu cerebro llamada Pensar? 2.Sensaciones, emociones y comportamientos estarán regulados por cómo pensamos, de modo que nuestras acciones o pasividad estarán relacionadas con nuestra forma de pensar. Es decir que “Nuestros Pasos” irán en una u otra Dirección. Aprender a pensar es tan importante y básico como aprender a andar en la dirección de lo que queremos. A las sustancias químicas que produjo tu cerebro mientras lo hacías y que, una vez provocado, dura un tiempo porque hay una “resaca química” en tu cuerpo. Circulan por él miles de sustancias, en cadena, que necesitarán un tiempo y otro tipo de pensamientos si quieres sentirte mejor. La capacidad de pensar posee un gran poder en todo cuanto ocurre dentro de ti y en como sientes y te comportas, en la facilidad o dificultad en el aprendizaje, en tu superación o desánimo, en la calidad de nuestras relaciones humanas, en nuestra salud, en la realidad que percibimos y en cómo la vivimos. En definitiva qué dirección estamos tomando… Nuestras células escuchan y responden a cada pensamiento elaborado. ¿Cómo lo escuchan? Teniendo receptores, que son como puertas o cerraduras para dichas sustancias producidas, que al llegar se abren, se unen a los receptores, transmitiéndoles los mensajes y así la célula responde adaptándose al mismo. 3. CIRCUITOS NEURONALES .Una forma de pensar crónica, al crear circuitos cerebrales, realmente crea una forma de comportarnos y de sentir, esto se llega a confundir con nuestra “esencia” como personas. Puedo decir que “soy tímido”, como si eso fuese una parte de mí inalterable. Pero yo soy una multitud de potencialidades y la que más “entrene” esa se me manifestará de forma palpable o contundente, pero puedo cambiar circuitos y puedo modificar mi forma de verme, de sentir y de comportarme. ¿Qué crees que le pasará, en la vida cotidiana, a una persona que tenga en su cerebro un circuito neuronal que incluye la idea de que no vale mucho, de que es incapaz de superar sus miedos? El circuito cerebral provocará: • Posturas y gestos “crónicos”. • Forma de respirar crónica, un ritmo cardiaco determinado, con tendencia a la aceleración en muchas situaciones (más de las necesarias). • Determinados niveles hormonales mantenidos. • Emociones que se repiten una y otra vez, cronificándolas. Así como una tendencia de comportamiento “habitual”, un “hábito” adquirido. Un hábito nos puede hacer creer que «somos así», porque es como nos sentimos o nos percibimos la mayor parte del tiempo. Palabras, gestos de personas, momentos pasados de imposibilidad de afrontar situaciones, de miedos no superados. Miles de datos quedan reflejados e interactúan de modo que podemos sentir que «no somos dueños de nosotr@s mism@s», que «nos puede el entorno» y que no sé por qué siento lo que siento cada día. Son los circuitos grabados en mi cerebro que me hacen responder de forma automática, ver la vida y a mí tras ese filtro ya programado. Es como un «muro» con el que choco y que no me deja avanzar o vivir como me gustaría, causándome sensaciones de impotencia, de rabia o angustia, de sentir muchos «imposibles» cotidianos. ¿Te suena algo de todo esto? 4. ¿CÓMO PUEDO CAMBIAR LOS CIRCUITOS? Un circuito nunca es un «enemigo» a vencer, a veces, hemos construido circuitos limitantes y/o contrarios a lo que queremos, estos circuitos son fruto de un aprendizaje defensivo que puede ser erróneo. Intenta evitarnos «vivir» para que no suframos, Pero si aprendemos a desenvolvernos mejor no serán necesarios. Si a un niñ@ se le protege en exceso se le convierte en alguien miedos@ y con pocos recursos, se le hace dependiente y se minimiza su capacidad de autonomía, su espontaneidad y su alegría. Pero sus progenitores no son sus enemigos, les han enseñado a ser inútiles sin darse cuenta. Por protegerle demasiado le han limitado. Eso es un circuito limitante: un aprendizaje defensivo que nos dificulta la vida. Por tanto lo cambiaremos, pero sin luchas ni violencias, no hay que derrotar a ningún enemigo, hemos de hacer crecer algo nuevo para que ya no sea necesario, porque aportamos las herramientas adecuadas para que no necesite defendernos de esa manera. Una cosa es la prudencia, como elemento de supervivencia natural y otra el miedo paralizante que produce un circuito limitante. No cambiemos circuitos pensando en destruir algo dentro, machacándonos, obligándonos, con seriedad y rigidez. Estaremos consiguiendo justo lo contrario. Para modificar circuitos y acelerar el aprendizaje, o sea el cambio, es importante actuar desde la paz, con tranquilidad y ayudándonos a avanzar paso a paso, con cariño y respeto, sabiendo que hemos de cambiar estructuras cerebrales y que necesitaremos un tiempo y apoyo para dar espacio a nuestro cerebro, para que reciba la nueva información de manera adecuada y ágil. Lo primero es saber qué es lo que quiero, «el objetivo», para poder orientarme. Pongamos un ejemplo. Si tengo un circuito de que «soy torpe o de que no valgo» ¿Cuál será mi objetivo, qué nuevo circuito quiero llegar a grabar en mi cerebro? «Que puedo aprender y desarrollar habilidades, que soy una persona valiosa y llena de capacidades, que puedo hacerlo y lo hago… Que cada día estaré mejor y que mi cerebro irá creando nuevos circuitos con la nueva información, que ello hará que se active más y que mi forma de verme, de sentir, de reaccionar y de accionar irán cambiando conforme cambie la obra de ingeniería entre mis neuronas». Se cambiará dando una nueva información, que estimule y modifique la forma habitual de funcionar hasta el momento. En el cambio de circuitos veremos que se puede pasar por un proceso determinado, que es bueno contemplarlo de cara a comprendernos y a saber cuidar nuestra nueva obra en construcción. 5. ¿Qué ocurre en el cerebro cuando estamos alegres o bajos de ánimo? Nuestro cerebro, así como todo nuestro cuerpo, responde a las alegrías y actividades que nos alimentan el ánimo. El tono muscular mejora, la respiración se expande, el corazón late lleno de vida y lleva su vitalidad a cada célula, se estimula la inmunidad y toda nuestra fisiología mejora. El cerebro produce neurotransmisores, de modo que podamos aprovechar esa vida que estimulamos, la creatividad se activa, así como la memoria y la inteligencia global. ¿Qué crees que ocurre en el cerebro de una persona triste? La serotonina es un neurotransmisor llamado «sustancia de la felicidad» por su relación con el estado anímico y la alegría. Se produce en determinados grupos de neuronas (núcleos serotoninérgicos del rafe) en el tronco cerebral. Estas neuronas al producir serotonina activan a otras neuronas con las que tienen relación directa y éstas a otras sucesivamente. Se va transmitiendo así de unas a otras como en una cadena y se «encienden» los circuitos de serotonina, que abarcan grandes zonas cerebrales, incluida la corteza. Si baja el ánimo los niveles de serotonina disminuyen y nuestras potencialidades también, dejamos de ver hermoso lo que antes nos inspiraba, el mundo se va volviendo gris, viendo problemas donde antes encontrábamos opciones, costándonos levantar la mirada a un cielo lleno de estrellas que ya no podemos apreciar. Tendemos a entrar en pensamientos pesimistas y repetitivos, a tener menor energía vital y toda actividad puede resultar costosa y difícil. Dejamos de ver las oportunidades que nos rodean para mirar más hacia el suelo y encerrarnos poco a poco en una abstracta nebulosa. La serotonina regula, además, el ritmo vigilia-sueño, que se alterará produciendo mayor cansancio y desequilibrio general. También se verá afectado el modo de ingesta de comida, perdiendo su regularidad saludable. Los neurotransmisores están en íntima relación, afectándose mutuamente en su descenso. ¿Cuándo y por qué baja la serotonina? Cuando no alimentamos nuestro ánimo, cuando nos olvidamos de vivir y de disfrutar de cuanto tenemos y nos rodea, cuando creemos que las cosas «serias» son las «importantes» y lo único que merecen atención. Cuando nos olvidamos de nosotr@s mism@s. Independientemente de enfermedades específicas, cuando se hace crónico ese estado de carencia de estimulación vital, se puede llegar a una depresión, donde los niveles del neurotransmisor son muy bajos. Un gran número de estados depresivos son causados por dicho déficit vital. Necesitamos aprender a vivir para estar sanos y tener nuestras capacidades despiertas.